jueves, 15 de mayo de 2014

QUE ES DRM ?

Origen de DRM

El derecho de autor es un concepto legal que se refiere a los derechos que autores tienen sobre obras intelectuales. Regula la copia y distribución pública de contenidos con el objetivo de otorgar incentivos a los creadores para publicar sus obras. Existe un plazo de regulación asignado por los gobiernos, y una vez expirado las obras pasan al dominio público.

 El titular del derecho tiene el permiso exclusivo para: reproducir o autorizar la reproducción de obras; distribuir o autorizar la distribución de copias al público; realizar o autorizar la realización de obras derivadas; presentar o autorizar la presentación pública y puesta en escena de la obra.

Al aparecer el medio digital, el control de estos permisos exclusivos se torna complicado, ya que las copias digitales son copias con calidad idéntica al original, además de la rapidez y facilidad con la que se hacen.
DRM surge a raíz de la premisa de que la capacidad de copia digital atenta contra los derechos de los autores y, por lo tanto, hay que otorgarles el derecho a controlar lo que las personas hacen en el entorno digital.

Qué es DRM y cómo funciona

DRM son las siglas en inglés de digital rights management, que en español se llama gestión de derechos digitales. DRM es una tecnología que les permite a los creadores de contenidos digitales controlar cómo y quién accede a sus productos.
Idealmente el DRM es totalmente transparente para el usuario y complejo para que lo maneje una computadora. El software de primera generación DRM se limita simplemente a controlar las copias. La segunda generación DRM está orientada a controlar todo lo que es posible hacer con el contenido digital.
DRM típicamente tiene tres objetivos: establecer derechos de autor para un contenido concreto, administrar la distribución de ese contenido, y controlar lo que el consumidor hace con ese contenido una vez que ha sido distribuido.
Algunos productos dan permisos a través de Internet para prevenir el uso ilegal de contenido. Un escenario típico es:
  1. El usuario instala el software, su computadora contacta a un servidor de verificación de licencias para conseguir permisos para instalar y usar un programa.
  2. Si esa computadora es la primera que requiere permiso para instalar este software en particular, el servidor entrega la clave.
  3. Si el usuario transfiere el software a un amigo y éste trata de instalarlo, el servidor denegará el permiso.

Polémica alrededor de DRM

Los detractores de DRM señalan que en realidad estos sistemas restringen el uso de contenido digital, y cambian las siglas de DRM en inglés a digital restrictions management, -gestión de restricciones digitales en español- ya que, dicen, describe con más exactitud la función de la tecnología.
Los opositores a esta tecnología consideran que impone una limitación a la libertad de uso de un bien legítimamente adquirido. Por ejemplo un libro digital: con el libro tradicional cualquiera consigue tener una obra en forma ilimitada, que puede ser prestada, vendida o incluso copiada total o parcialmente. DRM bloquea esta posibilidad, los archivos están asociados a un dispositivo electrónico con un número limitado de descargas o usos.
La tecnología DRM está siendo usada por proveedores de contenidos como Sony, Microsoft y BBC. La decisión de Apple de renunciar al uso de DRM en las canciones ofrecidas a través de su portal iTunes (haz clic aquí para la historia original en inglés) alimenta la polémica sobre DRM.


Luis Castro
About.com Internet básico

martes, 13 de mayo de 2014

Nos gusta autoengañarnos

Nos gusta autoengañarnos

Uno de los grandes cambios de paradigma sobre el funcionamiento del cerebro consistió en asumir que éste no registra la realidad tal y como es y, sobre todo, que no sirve para recordar los sucesos tal y como pasaron. Porque los recuerdos no se almacenan exactamente como en un disco duro, sino en constelaciones asociativas en las que se hallan implicadas emociones, esperanzas y autoengaños.
Autoengaños para ser más optimistas y olvidar nuestros traspiés: por ejemplo, a la hora de juzgar por qué hemos aprobado un examen, la mayoría de nosotros afirmará que se lo merece porque ha estudiado mucho; por el contrario, cuando llega el suspenso, solemos aducir excusas que nada tienen que ver con nuestro esfuerzo. La repetida doble moral o doble vara de medir de nuestras acciones no es solo un mantra, realmente se produce en todos nosotros, en mayor o menor medida. No estamos cableados para ser precisamente coherentes. Al menos si nos dejamos llevar por un primer impulso.
Al cerebro le encanta autoengañarse, lo cual resulta extrañamente exótico: el “yo” puede engañar y, a la vez, ser engañado. Para demostrar al más pintado que es capaz de autoengañarse alegremente, dos psicólogos sociales, Piercarlo Valdesolo y David DeSteno diseñaron un ingenioso experimento.
En el experimento solicitaban a un grupo de voluntarios que cooperaran con ellos en la planificación y evaluación de un estudio en el que la mitad de los participantes tendrían una tarea fácil y agradable (mirar fotografías durante 10 minutos), y los de la otra mitad una tarea difícil y aburrida (resolver problemas matemáticos durante 45 minutos). Les explicaron a los voluntarios que realizarían la evaluación por parejas, pero que aún no se había decidido cómo asignar a quién qué tarea.
lAsí pues, se permitió que cada participante seleccionara uno de los dos métodos posibles para decidir quién realizaría la tarea agradable y quién la desagradable. Y aquí viene lo interesante: podían escoger la tarea fácil para sí mismos, o usar un generador de números aleatorios para decidir quién hacía qué.
Obviamente, la mayoría se quedó con la tarea fácil para sí mismos. Pero más interesante fue cuando, posteriormente, se les preguntó a estas personas si su decisión había sido justa. La mayoría respondió que sí.
Se le preguntó sobre esta decisión egoísta a otro grupo de participantes: la mayoría declaró que le parecía injusto. La parte final del experimento consistió en hacer trabajar mucho al cerebro para que no fuera capaz de actuar automáticamente, inconscientemente, dejados llevar por su programa de sesgos. Ese piloto automático que nos permite conducir el coche hacia casa mientras estamos hablando por teléfono.
Para ello distrajeron los cerebros de las personas con otra tarea: retener en la memoria 7 dígitos mientras evaluaban el experimento, incluida la opinión de si ellos (o los demás) habían obrado de forma justa o injusta. Con la mente consciente distraída, afloró la verdad: los participantes se juzgaron a sí mismos con la misma dureza que a las otras personas.
Es decir, que a la hora de juzgar a los demás percibimos las cosas de una forma, y cuando nos juzgamos a nosotros mismos, somos mucho más benévolos. Por esa razón, precisamente, la mayoría de las personas cree que la mayoría de los conductores conduce mal su coche. Es el clásico efecto Lake Wobegon. Y también es la razón de que la ciencia no funcione en función de lo que uno afirma sobre su hallazgo o investigación, sino en función de lo que los demás científicos, ajenos a la misma, opinan al respecto. Algo sobre lo que deberían tomar buena nota el resto de organizaciones que persigan la objetividad y la coherencia.
Más información | Moral Hipocrisy

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¿No usas Gmail? Da igual, Google tiene muchos de tus emails

¿No usas Gmail? Da igual, Google tiene muchos de tus emails 

 

Benjamin Mako Hill, al igual que un número importante de internautas, utiliza desde hace 15 años su propio servidor de correo para comunicarse con los demás fuera del ámbito laboral. Todo ello para tener todo el control sobre sus comunicaciones y para evitar que empresas como Google, Microsoft o Yahoo tengan acceso a sus datos más personales.
Un ejercicio en vano, como el propio Mako Hill describe en un artículo publicado en su blog personal. La razón está en que si la mayoría de los contactos con los que te escribes habitualmente utilizan Gmail o Yahoo Mail, dichas compañías tendrán todos tus correos igualmente. Aunque durante 15 años hayas intentado que esto no ocurriese.
Alertado sobre ello, Mako Hill realizó varios experimentos para analizar cuántos de los emails recibidos y enviados en su cuenta de correo personal pasaban por los servidores de Google. Y las dos representaciones gráficas que mostramos a continuación demuestran que la proporción es significativa.
imagen 1 Correos recibidos. En verde los que pasaron por Google
imagen 2 Correos recibidos y enviados.
Casi un tercio de los emails recibidos venían de cuentas de correo asociadas a Google y un 57% de todos los emails enviados en el último año por este usuario pasaron también por los servidores del gran buscador.

Si tus amigos usan Gmail, Google tiene tus emails

Estas dos cifras vienen a demostrar que, aunque no lo queramos, evitar completamente la influencia de gigantes tecnológicos como Google, Yahoo o Microsoft puede resultar muy complicado. Esto no quiere decir que tener nuestro propio servidor de correo sea una pérdida de tiempo, porque nos permite tener un mayor control de nuestras comunicaciones online. Eso sí, si de verdad queremos evitar que otras personas o empresas puedan leer lo que enviamos, quizás lo más recomendable sea utilizar los servicios de cifrado de correo electrónico que ya existen.
Cuenta Mako Hill en su artículo que decidió analizar la influencia de Google en su correo tras una conversación con Peter Eckersley, Technology Projects Director en la EFF. Eckersley le reconoció que usaba Gmail habitualmente y Hill se extrañó de que alguien que vela por la privacidad de los usuarios utilizase un servicio de Google.
La respuesta de Eckersley fue clara: "Si todos tus amigos utilizan Gmail, Google tiene tus emails lo quieras o no". Algo que, como ha quedado demostrado, es verdad hasta cierto punto.
Más información | Benjamin Mako Hill

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